Competición que destila un aroma diferente, dícese de la Copa Davis. Ese torneo que s ejuega por naciones y equipos, en el que el ranking es nversamente proporcional a las ganas de jugar que se le echen. Y un ejemplo claro son los dos grandes ases de la raqueta: el serbio Djokovic (1º) ya ganó la Ensaladera el año pasado y en esta ocasión no era para él tan prioritario defender el orgullo balcánico (no me trago el paripé de la lesión de Novak), mientras que Nadal (2º) sí dió mucho más de lo que tenía en su reserva para parar a Gasquet (15º), Simon (11º), Tsonga (10º) y Llodrá (33º). Y luego está Nalbandian (74º), gordo, sin físico pero que vive de gestas en este torneo.
Y para la sección musical, inevitablemente acompañamiento rockero para los tenistas, en esta ocasión de joyas heavy-rockeras del siglo pasado: el 'Paranoid' (1970) de Black Sabbath, el 'Run to the hills' (1982) de Iron Maiden y el 'Breaking the law' (1980) de los Judas Priest.
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