Por segundo año consecutivo se jugaba en la tierra batida de la Caja Mágica de Madrid el tercer Masters 1000 del año sobre arcilla (quinto del año en global), un joven torneo que nacía en 2002 con categoría excelsa ya y que hasta el año pasado se venía jugando en octubre, en la Casa de Campo y bajo techo. Diferente tenis por tanto y en este 2010 el techo retractil de la pista central ya hubo de cerrarse en varias ocasiones por la lluvia, aunque esta variante poco influyó en el juego. Y los entendidos también apuntaban en la dirección de que la altura de Madrid pudiera influir en que esta fuera la pista de arcilla más rápida del planeta y que por eso Roger Federer se sentía siempre a gusto en ella. Pamplinadas mil para rejustificar la temporada del suizo y que una vez más los tenistas españoles pusieron en entredicho.
Porque como ya pasara en Montecarlo y Roma, la Armada Española de tenis era la que más representantes tenía en rondas avanzadas del torneo. La dictadura de los de casa es tan evidente en este tipo de superficie que esta año ya está resultando hasta pasmoso, otros años también destacaban pero no tanto como esta temporada, ¿será que cada vez hay menos tenistas que eligen 'sufrir' en abril y mayo? Sea como fuere, en octavos se colaron hasta seis jugadores españoles (Nadal, Ferrer, Feliciano, Verdasco, Almagro y Guillermo García-López) y de nuevo en semis de 4, 3 eran españoles.
Pero hasta octavos se disputaron algunos duelos muy a tener en cuenta, de tal altura tenística ya en primera o segunda ronda que bien pudieran ser finales de cualquier torneo ATP250, algo que realza el nivel y condición de torneo puntero de Madrid. El domingo que empezaba la competición un Ferrer (12º)-Chardy (44º) o el lunes un Almagro (35º)-Troicki (40º) dejaban gratas sensaciones de tenis de quilates, asi como la caída de la roca alemana Kohlschreiber (29º)ante el colombiano Giraldo, (59º) un tenista que pinta bien. Y hasta el Gulbis (34º)- Youznhy (13º) resultó ciertamente chocante, dado que el ruso, campeón días antes en Munich, hubo de doblegarse ante la dinámica de campeón en la que anda inmerso el letón el último mes, después de su buen torneo en Roma. Desgraciadamente, todo lo bueno que estaba dejando este Masters, se encargaron de destrozarlo de un solo plumazo dos de las medianas atracciones del torneo, cuando el martes por la noche se retiraban al alimón el checo Tomaz Berdych (16º) y el argentino David Nalbandian (149º), ambos aduciendo sendas lesiones justo antes de que saltaran a disputar su partido de primera ronda. Curioso el caso de que abandonen a la vez los dos tenistas antes del duelo entre sí, muy pocas veces en el tenis se habrá dado una circunstancia así. Y le tuvo que tocar a Madrid, que si bien disfruta del privilegio de ser tomada por algunos tenistas como el torneo preparativo de Roland Garros, a la mínima que alguno siente una leve molestía no duda en bajarse para no comprometer su participación en París, y de este modo Madrid sufrió una plaga de 'espantadas', como las de Tsonga (10º), Roddick (8º) o los dos de Nalbandian y Berdych en pleno torneo, y la renuncia un día antes del sorteo del serbio Novak Djokovic (2º). Calendario comprimido + saturación de torneos = tenistas permanentemente lesionados o tocados, lo que a la ATP se la sopla. Pues que sigan así, que se van a cargar a la gallina de los huevos de oro.
Con los españoles incrustados 'estratégicamente' (ni Santana podría haber hecho queriendo esa repartición tan equitativa, ¿o si lo puede hacer?) por el cuadro, de modo que en casi cada partido de octavos hubiera un tenista español, que no se eliminaran entre ellos y por consiguiente atraer al mayor público local posible, esta ronda ya comenzó a mandar a casita a varios de los buenos. Con Roddick (8º) por indisposición culinaria y Tsonga (10º) retirándose pronto, dos que patetizaron en esta tercera ronda u octavos fueron el croata Marin Cilic (11º) y el español Fernando Verdasco (9º). El primero sucumbió al 'superpiernas' Ferrer sin tapujos, por 6-3 y 6-2, y su impotencia en arcilla resultó de tal calibre en este partido, que Marin debe estar ya deseando que pase la temporada de tierra; mientras, el segundo, el favorito local, ese madrileño que venía jugando bien en tierra de un mes acá (ganador en Barcelona, finalista en Mónaco y semifinalista en Roma) parece haber perdido algo de fuelle y en su ciudad natal solamente pudo tumbar al gigantón croata Ivo Karlovic (36º) en primera ronda para en la siguiente instancia ser vapuleado por 7-5 y 6-3 por el austríaco Jurgen Melzer (30º): Fer en ningún momento pudo hincarle el diente a un jugador que tampoco hizo nada del otro mundo, solamente aguantarle y esperar los errores de su contrincante.
La actividad y las rondas en la Caja Mágica iban sucediéndose paulatinamente y los tenistas estaban siendo devorados por el ritmo frenético de la competición. El viernes (día de cuartos en un Masters 1000) llegaba, la asistencia de gentío aumentaba y los precios de cualquier asiento también iban subiendo como la espuma (de los 17 euros de una entrada en primera ronda a los 98 euros en semis, y ya para la final ni quise mirar, no fuera que me diera un ataque de indignación por cobrar esas cantidades a los aficionados en época de crisis; pero ese no es asunto mío). Deportivamente, Rafa estaba jugando en el primer turno de la tarde, sobre las 16 horas, mientras Roger era el 'inquilino' de los partidos de las 22 horas (turno curioso ese también, como en España nos encanta vivir de noche, ahí que rompemos todas las costumbres y hábitos de vida a los foráneos). El primer tenista en colarse en unas semis iba a ser el murciano Nicolás Almagro (35º), un jugador con una capacidad increíble pero también una habilidad de liarla tremenda, y me explico: Nico podría tumbar a cualquiera pero le falta regularidad, se descentra fácilmente y además tiene siempre la mala suerte de que le coloquen en la peor parte de los cuadros, no hay torneo en el que no le toque un coco; esta vez fue el sueco Robin Soderling (7º) el encargado de dar fe del mal fario del murciano, pero rompiendo esa tendencia, Nico le ganaba en segunda ronda por 6-4 y 7-5 con pasmosa autoridad. El serbio Troicki (40º) y el argentino Mónaco (27º) fueron también víctimas de calidad de Nico, y ya en cuartos se zafaba por 6-3 y 6-1 de un Melzer (30º) que anteriormente había maniatado a Verdasco (9º), con lo que Nico estaba firmando su mejor temporada de tierra y también el mejor torneo del año.
Pero el inconveniente de Almagro en semis iba a ser que se toparía con el torito Nadal (3º), enrachado tras haber sudado un pelín contra Isner (19º) y barrido sin piedad a Monfils (18º) en cuartos. Los rivales de Rafa iban saltando con ganas a la cancha pero el mancaorí se las quitaba nada más endosarles los primeros breaks, distanciarse vorazmente en el marcador y deprimirles con golpes increíbles. Por la parte alta del cuadro jugaba en el tercer turno el íntimo enemigo de Rafa, el 'caradura' de Roger en los Masters 1000. Lo digo entre el cariño y por seguir la coña de ese colega que ¡mierda! va camino de ganarme cuatro cervezas con Nadal y sus títulos encadenados en tierra (por ahora tiene en el saco Montecarlo, Roma y Madrid, con lo que París es también factibilísimo). No obstante, interpretemos como lo interpretemos (que se acerca un Grand Slam y ha de ponerse ya las pilas o que la altura de Madrid beneficia su juego rápido) en tercera ronda Federer ya fue inmisericorde con su buen amigo Wawrinka (23º), a quien endosó un 6-3 y 6-1 aplastante, con golpes de los suyos y dejando la sensación de jugar solo con la tercera marcha puesta. Pero en cuartos se le cruzaba ese nuevo e insolente valor emergente del tenis, un Gulbis (34º) que ya le ganó en Roma y que a punto estuvo también de mandar a casa a Rafa en la capital italiana: el letón se anotaría el primer set y la sorpresa saltaba pero Federer tiró de oficio, le pilló con la guardia baja primero y en el tercer set le esperó hasta que por 3-6, 6-1 y 6-4 avisaba de que muy pocas veces el genio suizo se deja ganar dos veces seguidas por un mismo jugador. Y en el último partido de cuartos, el escocés Andy Murray (4º) daba otra lección de supina impotencia e incompetencia en tierra: perdía argumentando únicamente sus protestas por 7-5 y 6-3 ante un David Ferrer (12º) que también le había apeado en Roma y lo verdaderamente doloroso para el escocés es que aunque haya mejorado una barbaridad en tierra y aunque sea capaz de lanzar golpes y jugar de fondo como a él le gusta en pistas más rápidas, no comprende que los errores también son parte de este juego.
Ya era sábado, y siguiendo la estela de Montecarlo y Roma, en Madrid el 'representante del mundo' ante los miuras españoles era el número uno mundial, el suizo Roger Federer, por tanto el candidato idóneo. Si en Montecarlo Djokovic y en Roma Gulbis (quien más cerca ha estado este año en tierra de noquear a Rafa) no pudieron hacer nada por evitar una final española, no había mejor opción en Madrid para evitarlo, y todos, desde aficionados a organizadores querían una nueva reedición de la final del año pasado, ya que las finales de Nadal y Federer son un clásico del tenis, siempre son el mejor plato a degustar en este deporte. Pero eso no quiere decir que los demás jugadores les pongan una alfombra roja y les faciliten sus partidos. Y como dato, el hecho de que tanto Rafa como Roger hubieron de irse hasta los tres sets para acceder a la final. ¿Quien osó a robar un set al todopoderoso Nadal? Pues ese lumbreras intermitente de Almagro que perdería por 4-6, 6-2 y 6-2 pero en el primer set ya demostró cómo hay que jugarle y ganarle a Rafa: con arrojo y dejándose de chorradas. Pero esa misma confianza la tiene a rebosar en su interior el menorquín y cual martillo pilón le daba la vuelta a la cosa. Y del mismo modo, Ferrer tampoco pudo parar las genialidades de Federer, que se impuso por 7-5, 3-6 y 6-3 en un partido que el suizo tuvo controlado pero que esas lagunas mentales ciertamente habituales en Roger muy de poco en cuando se lo torcieron.
Con Rafa segundo del mundo ya el domingo (toda la semana había sido el 3, por eso aquí se le clasificó de ese modo), la central de la Caja Mágica acogía el vigésimoprimer duelo entre el suizo y el español. Rafa dominaba por 13 a 7 y en tierra el dominio era mucho más aplastante aún, de 10 a 2. Al final se daba un 6-4 y 7-6 (5) favorable a Nadal, un resultado que si se analiza fríamente puede concluirse que no hubo tanta diferencia entre ambos, tanto que se comentaba del domino abrumador de uno para con el otro. Pero finalmente sí, la sensación de ambos en la pista fue que Nadal era el dominador y que Federer tenía que ser quien remaba a contracorriente. Quizás Rafa no hizo el partido espectacular de su vida pero su mérito es ése, ser capaz de ganar casi sin despeinarse (excepto en las celebraciones, que suelta al viento esas melenacas de indio), parece que jugó en quinta mientras que la sexta del suizo iba gripada. ¿Y lo de la táctica de jugarle obsesivamente a Roger a su revés? Si le funciona porque no lo hará, todos pueden hacerlo pero solo Rafa lo consigue. Sin embargo, parece que el mejor Federer está de vuelta para Roland Garros y si no se deja embajonar por la manera en la que perdió el tie-break del segundo set (iba 4-2 arriba, con minibreak a favor, momento de cambiar de lado de la pista, mandaba en el marcador pero cuando le apeteció arriesgar en la última bola, un mal bote de la tierra le impidió empalar) se podrá ver otra final Nadal-Federer en París (al ser uno y dos del mundo irían por partes distintas del cuadro), aunque como amante del buen tenis cualquier final, cualquier partido es digno de seguir, ver y analizar.
http://es.eurosport.yahoo.com/tennis/madrid-open/masculino/p1/
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