lunes, 21 de diciembre de 2009

Del Potro 2009

Es el tenista más joven de los que ocupan los diez primeros puestos del circuito tenístico de hoy en día y dada su procedencia, Argentina, un jugador poco convencional. Nacido en Tandil (23-09-1988), su gran estatura (1,98m) le confiere unas dotes espectaculares para los servicios planos pero a diferencia de muchos jugadores argentinos, destaca sobremanera en pistas duras y rápidas más que en tierra batida, y en donde no se entera ni por donde le sopla el viento es en la hierba, pero aún dispone de un enorme margen de mejora.

Resultó ser una de las sorpresas agradables de la segunda mitad del 2008 -entrando finalmente en el top10-, donde encadenó allá por julio y agosto 4 títulos consecutivos, apuntándose Tokyo ya en octubre, pero acabó el año pagando la novatada en el Masters de Shanghai y enfadado con todo el mundo al ser uno de los artífices de la derrota de Argentina en la final de la Copa Davis contra España. Pero comenzaba el año con unas expectativas tremendas y a las primeras de cambio dió más razones para que en el país de los gauchos la hinchada hiciera transbordo de ídolo o por lo menos de tenista predilecto. Diestro del todo, con un sólido juego desde el fondo de la cancha, de donde no rehuye los peloteos a no ser que esté cansado, y con un revés a dos manos tan suave como efectivo, tiene como entrenador a Franco Davin, quien le guía desde que el tandilense pasara a profesionales en 2005.

Con estas premisas, se plantaba la segunda semana de enero en el ATP250 de Auckland, la capital financiera de Nueva Zelanda siendo número 9 del mundo. Arrancaba el año contra el letón Ernest Gulbis (51º), denominado por muchos como un futuro crack en esto del tenis -algo que de Juan Martín no se dijo, solo que se le vislumbraban maneras, y ya ven-, y el argentino hubo de remontar un set adverso y un segundo parcial con cierto cariz a peligro, pero cuando desgastó a su contrincante, un casi rosco le llevó al triunfo. Contra el serbio Viktor Troicki (53º) no encontró tanta oposición y en dos rápidos sets se plantó en semis, donde el sueco Robin Soderling le aguantó lo justo para caer en dos sets por dos breaks de diferencia, lo mismo que le pasaría al estadounidense Sam Querrey (36º), que por más de sacar brutalmente rápido en ocasiones, veía que con un doble 6-4 se le escapaba su primer torneo serio.

A pesar de que en la final de la Davis perdida en noviembre, la prensa argentina acabó enfadada y peleándose con los componentes de la albiceleste, el hecho de que tanto Nalbandian como Delpo ganaran la misma semana, uno en Sydney y el otro en Auckland, hizo que las perspectivas para el inminente primer Grand Slam del año fueran desorbitadas para un novato como Juan Martín en estas lides. Aunque no lo pusieran de favorito claro, sí que se le exigían unos cuartos convincentes o unas semis en el mejor de los casos. En su único Grand Slam con opciones, el US Open de 2008, cayó en 5 sets ante Andy Murray tras úna racha de 23 victorias, y por tanto, quizás parecía exagerada la carga con la que la prensa argentina le hacía partir. Hubo de enfrentarse en primera ronda al germano Mischa Zverev (81º) y su rendimiento fue muy aceptable, no dando opciones, como tampoco se los daría a otro alemán en segunda ronda, Florian Mayer (450º), a pesar de que este jugador proveniente de la fase previa pelease en un segundo set largo.

En el limbo de meterse en la ansiada segunda semana de competición de un grande, Delpo tuvo que enfrentarse en tercera ronda al luxemburgués Gilles Muller (87º), un arquetipo de jugador batallador, de esos que pelea cada pelota a muerte y cada set hasta la extenuación, como refleja el hecho de que todos sus partidos son con tanteos altos, únicamente pierde los sets por pocos juegos de diferencia, lo que denota tanto su dificultad para imponerse pero también su espíritu
aguerrido. Y las cosas se pusieron aún más límites para Del Potro cuando el luxemburgués se apuntó al tie-break el primer set. El partido siguió trabado pero el argentino lo remontó con dos sets largos y uno mediano, por 7-5, 6-3 y 7-5, con lo que respiraba por zambullirse ya en octavos. A la espera de saber si le tocaba el español David Ferrer (12º), en franca caída libre tras ser 4 del mundo y declarar en agosto de 2008 que era el primero de los tenistas humanos, o el croata Marin Cilic (20º), un tenista de su generación y con un torneo conquistado ya este año, el argentino miró de reojo su lado del cuadro, y no le gustaba nada ver que podía enfrentarse a Federer en cuartos. Y su presentimiento se hizo realidad volviendo a remontar a 4 sets un partido que comenzó perdiendo con un set largo pero que solventó con un set mediano y dos cortos gracias al tenis que dejaría ver con cuentagotas en 2009. Pero el desgaste de octavos le dejó vacío de tenis y fuerzas porque ante el número 1 tan solo se apuntó los 3 primeros juegos del primer set, para después llevarse dos roscos. Y para colmo Roger le felicita al final por su buen juego a lo largo del torneo, a lo que el propio Delpo admitió jocosamente que le entraron ganas de matarlo.

A diferencia de la mayoría de sus compatriotas, optó por no quebrar el ritmo adquirido en pista dura de cara a la gira norteamericana de marzo en ese tipo de pistas y declinó pasarse a la tierra batida de febrero. Pero sí fué fiel a su continente y tenía previsto acudir a los ATP250 de San José, Menphis y Delray Beach, de los que solo jugó en los dos primeros, firmando dos cuartos, que le convencieron de descansar y preparar los Masters 1000 de marzo entrenando más que jugando. En ambos torneos cayó contra el tenista que después sería finalista pero que no se llevaría el título. Sintomático.

En San Jose batió al italiano Andrea Stoppini (209º y proveniente de la previa) en dos ajustadísimos tie-breaks, y a la joven promesa nipona (más por ganas de la ATP de abrirse a mercados exóticos que por méritos reales) Kei Nishikori (56º) en dos sets cortitos, antes de claudicar estrepitosamente contra el 'yankee' Mardy Fish (24º), no habiendo ensamblado en ningún momento su tenis real. Una semana más tarde, en la tierra de Elvis Presley, en Memphis, repitió la historia meridianamente: derrotó bien a su compatriota Guillermo Cañas (69º), a pesar de que éste provocase un tie-break en el segundo parcial, y aún con más facilidad a su primer rival del año, el letón Ernest Gulbis (42º). A la hora de enfrentarse al checo Radek Stepanek (19º), ganador ya en 2009 en Brsibane en enero y en San José la semana antes, se atascó hasta el punto de no rematar en los momentos claves en el tie-break perdido del primer set y en el set mediano del segundo parcial donde desde la mitad del mismo ya se sabía derrotado.

El propio Del Potro denegó la invitación de su país para jugar contra Holanda en primera ronda de la Davis, y el 5-0 endosado a los tulipanes, atemperó un pco los ánimos contra él. La gira entre California y Miami iba a ocupar prácticamente todo marzo, y para Juan Martín iban a ser los torneos que le darían confianza o le sumergerían en un mar de dudas. Porque no hay nada peor que la progresión de un joven tenista se estanque con una sucesión de malos resultados y un tenis racano. Pero afortunadamente este no fué el caso de Delpo. En Indian Wells comenzó dubitativo contra el local Ryan Sweeting (178º), quien a pesar de proceder de la previa, fue capaz de atosigarle e incluso anotarse el primer set en el tie-break, pero que a continuación vió como Delpo sentenciaba con dos cómodos sets. El tenis del austríaco Jurgen Melzer (31º), más basado en conceptos del dobles, le causó bastantes más quebraderos de cabeza, hasta el punto de quedarse fuera en el tie-break del tercer set. Parecía un festival de desempates lo de Juan Martín en el desierto californiano, ya que hubo de disputar y ganar milagrosamente diría yo otros dos ante el bombardero estadounidense John Isner (126º) en octavos, y llegó a cuartos contra Nadal (1º) tan vacío que no opuso apenas resistencia digna en dos sets cortos.

De la costa oeste enfilaba hacia la del este y en la misma Florida empezó en primera ronda batiendo sin miramientos consecutivamente a su compatriota Martín Vasallo Arguello (47º) primero, al serbio Janko Tipsarevic (65º) después y al español David Ferrer (14º) finalmente, a los tres en dos comdodísimos, cortos y sobresalientes sets. Pero la parada de cuartos de Miami presentaba el mayor de los escollos que podría encontrarse en pleno mes de marzo, un Nadal que ya le había ganado con claridad en el torneo anterior y que tras el Open de Australia e Indian Wells -el mismo recorrido que Novak Djokovic en 2008- circulaba por las pistas del mundo entero con aura de invencibilidad inquietante para sus rivales. Cierto que Murray ya le había derrotado en la final de Rotterdam en febrero, pero allí Rafa acabó lesionado, y cierto que el propio Nadal cifró en Miami el comienzo de su mal juego que después derivaría en lesión en la tierra europea, pero el 6-4, 3-6 y 7-6 endosado por Delpo al español no pierde ningún mérito porque el argentino supo dominar los momentos claves del partido con estigma de ganador ambicioso. Pero en semis caludicaría quizás ante el único jugador del circuito con el que no simpatiza, el británico Andy Murray (4º), quien le ganó por físico en tres sets, el más disputado un segundo largo que se apuntó Delpo pero que se hundió en el tercero.

Aunque los propios tenistas no otorguen mucha importancia a su ubicación en el ranking ATP, ya que estiman que lo importante es el nivel de juego y que un puesto no otorga victorias, que un tenista se encuentre en un puesto más avanzado o más retrasado da una ligera idea de su poder tenístico. Del Potro acabó el 2008 en novena posición y al comienzo de este año, con su victoria en Auckland y sus cuartos de Australia se puso el 7. Un regular mes de febrero le hizo poneser sexto y salió de Miami ya en quinta posición, una quinta plaza que perdería en favor de Andy Roddick en la temporada de hierba pero que recuperaría en agosto en su superficie fetiche, la rápida americana.

A pesar de no ganar ningún título más, las sensaciones del argentino habían sido buenas en Estados Unidos y la presión por hacerlo bien en tierra se convirtió más en un reto que en una obligación. Con el espíritu de mejorar pero sin llegar a competir en torneos menores -como si lo hicera en otras superficies-, Juan Martín acudió a orillas de la Costa Azul para probarse en el
Masters 1000 de Montecarlo pero solamente pudo apuntarse un set en primera ronda, donde el croata Ivan Ljubicic (66º), al que solamente pudo parar Nadal en cuartos, lo batió con la autoridad que refleja un marcador de 4-6, 6-1 y 6-4. Dos semanas más tarde, en Roma llegó hasta los cuartos, apeando siempre en tres reñidos sets y con dificultad al serbio Viktor Troicki (40º) y al suizo Stanislas Wawrinka (12º), antes de claudicar ante el serbio Novak Djokovic (3º) por 6-3 y 6-4 en un duelo de aspirantes a todos que el serbio supo dominar por galones.

Otras dos semanas más de descanso, y en el Masters 1000 de Madrid, Delpo firmó una actuación excelente, logrando por fin una victoria especial para él: al cuarto intento derrotaría al escocés Andy Murray en cuartos. Pero antes hubo de desembarazarse sin problemas -y también porque se retiró- del checo Tomas Berdych (22º) y de nuevo con infinidad de apuros del suizo Stanislas Wawrinka (18º), muy efectivo toda su carrera sobre arcilla. Y en cuartos llegó la gran revancha de Juan Martín, pues doblegó por 7-6 y 6-3 en un partido soberbio a un jugador que casi dos meses antes le había desquiciado en Miami. Pero en semis el suizo Roger Federer (2º), que venía de pasarlas canutas para ganar a Roddick (6º) le ganaría bien, sin paliativos, y dejó al argentino con la mosca detrás de la oreja y pensativo: siempre que superaba a un gran rival en partidos largos y ajustados, al siguiente 'match' llegaba vacío y lo liquidaban con demsaiada soltura. Ya le había ocurrido con Cilic y Federer en Australia, con Nadal y Murray en Miami o con Wawrinka y Djokovic en Roma, y le volvía a suceder con Murray y Federer en Madrid.

Con esta y otra serie de preocupaciones, Delpo se presentó en París dispuesto a dar algo de guerra. Atrás quedaban los años en los que era un desconocido y le podían tocar grandes jugadores en primera ronda, ante los que caía sin remisión. Ahora era él un tenista de los buenos, pero aún no se había asentado y como omnipresentes solo se seguía hablando del 'Big Four'. No obstante, por segundo torneo grande consecutivo, volvería a firmar unas semis y en el segundo Grand Slam del año mejoraba una ronda más, de cuartos de Australia pasar a semis en Roland Garros daban buena fe de que Delpo podría asentarse tranquilamente entre el top ten de la ATP. Su andadura comenzó ante el local Michael Llodra (78º), buen doblista y a ratos buen 'single'. Fueron 3 sencillos y rápidos sets para el tandilense, como suele ser costumbre en las primeras rondas de los Grand Slams para los favoritos. El serbio Viktor Troicki (32º) y el ruso Igor Andreev (27º) tampoco incordiaron más allá de tres sets, dos cortos y uno largo cada uno pero con una sensación de poderío abismal por parte del argentino.

Pero el primer gran escollo llegaría en octavos, allí donde le esperaba el francés Jo-Wilfried Tsonga (9º), uno de los ídolos locales y que había tenido un camino fácil hasta esa ronda. Se habían enfrentado dos veces en profesionales, ambas con victorias de Delpo: en primera ronda de New Haven 2007, cuando aún ninguno de los dos había despuntado, y en la Copa de Maestros del año pasado, dilucidado en dos tie-breaks y dos sets de vértigo. El público evidentemente estaría en contra del gaucho y esa presión le daba un plus a su victoria y a su tenis: fueron 4 sets pero la superioridad de Delpo fue manifiesta en gran parte, como evidencian los casi roscos del primer y tercer set, y que el francés se diluyera al anotarse con merecimiento el segundo parcial al tie-break. Un paso de gigante dado y en cuartos el gerundense Tommy Robredo no acertó ni con la estrategia ni con las bolas para ceder en tres comodísimos y cortos sets. En semis el torneo ya vivía con la ilusión de ver a un Federer campeón, de ahí que su enfrentamiento contra Del Potro adquiriera la dimensión y repercusión que tuvo: todo el mundo, hasta el propio argentino, se alegraría por un triunfo suizo y el resultado fue un emocionantísimo partido a 5 sets, con remontada incluida. Cuando al terminar el tercer set el marcador reflejaba un claro 6-3, 6-7 y 6-2 para el argentino, el campeón suizo sacó a relucir todo su arsenal de golpes y con un casi rosco en el cuarto set y un convincente 6-4 después de varios breaks y contrabreaks de dos ases del tenis.

El renombre alcanzado hasta ahora resultaba a todas luces impresionante y el nombre de Del Potro se empezaba a tener en cuenta, con lo que ya pocos discutían que no fuera el típico tenista inmerso en una buena racha que pronto se desinflaría, sino que ya estaba dando destellos de lo que era capaz y dejaba patente que habría que acostumbrarse a verle mucho tiempo en lo más alto del tenis. Pero la complacencia por los buenos resultados cosechados siempre pasa factura en el mundo del tenis a aquellos jugadores que miran más lo hecho en el pasado que lo que queda por hacer en el futuro y el paso de Delpo por el 'pasto' que los sudamericanos denominan a la hierba tuvo algo de chocante. Argentina nunca se había caracterizado por ser una nación que
crease tenistas con un buen juego en hierba, quizás solo destacaría la final de Wimbeldom 2002 de Nalbandian, el resto siempre fueron jugadores de tierra y decentes en las otras dos pistas,
en las duras del inicio (enero-marzo) y en las rápidas (agosto al ire libre, septiembre-noviembre) del final de cada ejercicio.

Visto el nivel que desplegaría en la segunda parte del año, es tan paradójico como hasta cierto
punto tranquilizador lo que Juan Martín hizo en junio en Wimbledon: solo ganó en primera ronda al francés Arnaud Clement (53º) muy fácil pero tropezó ante el australiano (56º) por 6-3, 7-5 y 7-5, un antiguo ex número uno campeón de este mismo torneo en 2002 y vencedor de Queen's en infinidad de ocasiones. Aunque no hubiese jugado ningún torneo preparatorio antes de Londres, el haber estado tan cerca en los sets de su consecución, la progresiva vuelta del australiano al primer nivel y la marcha de éste a lo largo del torneo -solo le pudo parar en cuartos Roddick y en 5 sets-, dejaron a Juan Martín un regusto no tan amargo como se pudiera pensar si alguien desde fuera viera que solo jugó un torneo en hierba y cayó en segunda ronda ante un rival por encima del puesto 50 en el ranking.

Tras este breve paso por la hierba, en la que no debería extrañarnos nada que tuviera su mente más puesta en los cuartos de la Davis que su país debía jugar en la República Checa, la superficie ultrarápida y bajo vote de las pelotas propuesto por los centroeuropeos apenas dejó tiempo para la aclimatación de Juan Martín. Los argentinos fueron eliminados por 3-2 y los dos puntos de los sudamericanos los consiguió Delpo en sus dos individuales, pero no obtuvo respaldo ni del dobles Acasuso-Mayer ni de Juan Mónaco (62º), quien perdió sus dos enfrentamientos, el quinto y decisivo contra Stepanek (21º). En la ronda anterior los checos ya habían apeado a Francia, uno de los gallitos, y en su casa volvieron a demostrar que Tsonga, Simon y compañía no habían caído en marzo por casualidad. Juan Martín ganó con solvencia sus dos duelos en tres sets cortos y cómodos ante Ivo Minar (64º) el primer día (el segundo punto) y ante Tomas Berdych (20º) endosándole un triple 6-4. La ausencia de otro 'single' de más jerarquía, con Nalbandian operado de la cadera desde mayo y fuera de las pistas para seis meses, se hizo notar entre los seguidores albicelestes, que una vez más apoyaron en masa a su equipo pero que se llevaron uno más de los innumerables chascos con los que Argentina tiene repleto su historial en la Copa Davis.

Esta eliminación no debiera ser atribuible a Del Potro, pero la elección de su siguiente calendario sorprendió a muchos, ya que también resultaba curioso que en julio declinase acudir a defender las victorias y puntos logrados un año antes en Indianapolis y Los Angeles -el torneo de Kitzbühel conquistado en julio de 2008 este año se jugó una semana antes que Roland Garros, en mayo-, aunque antes de los Masters 1000 de agosto sí que defendió triunfalmente su título en el ATP500 de Washington: el taiwanés Yen-Hsun Lu (62º), que tenía como muescas más relevantes haber sorprendido a Murray en las olimpiadas un año antes y a Nalbandian en Australia este mismo año, llevó a nuestro héroe hasta los tres sets pero finalmente se plegó; la misma película hubo de vivir Delpo ante el australiano Leyton Hewitt (42º), suspense final incluido en el tie-break del tercer set, pero el idilio del argentino con esta temporada y este torneo le obsequiaron con el pase. El sueco Robin Soderling (12º) no se presentó a su aprtido de cuartos y este descanso hizo que Juan Martín arrancase más fresco un duelo de semis ante el chileno Fernando González (11º) pero que s ele complicó en demasía hasta enderezarlo en el tie-break del primer set. En la final Delpo batía casi milagrosamente, porque la dinámica ganadora casi siempre estuvo del lado del rival, al estadounidense Andy Roddick (5º), por 3-6, 7-5 y 7-6, ante quien también se jugaba el acosar o no su estatus en el ranking mundial.

La antesala del US Open pintaba bien pero los dos siguientes Masters 1000 le darían al tandilense su verdadera medida a estas alturas del año. Muchas otras grandes promesas y revelaciones del tenis, después de su primera campaña de asomarse a la élite, no se habían apuntado su primer Grand Slam en su segundo ejercicio entre los grandes, ni siquiera en la tercera. Y Juan Martín solo estaba aún en lo que se pudiera considerar su primer año y medio en las alturas del tenis mundial. Demostró en el Masters 1000 de Canadá que se encontraba en buena forma, tanto es así que llegó hasta la final, dejando en el camino a tenistas como el checo Jan Hernych (86º) fácilmente en dos cortos sets y al rumano Victor Hanescu (32º) con más apuros en tres sets medianos, antes de que en cuartos maniatara al español Rafa Nadal (2º) por 7-6 y 6-1, para acto seguido en semis volver a pelearse de nuevo con Roddick (5º) a 3 apasionantes sets. Y en la final se vió uno de los mejores espectáculos tenísticos del año, cuando ante el escocés Andy Murray (3º) jugó dos sets, dilucidados al tie-break uno para cada uno, de tenis alucinantes, antes de que una molestia de espalda le mermara y cediera por 6-1 .

Este incidente, que horas más adelante derivaría en lesión de espalda, le hizo renunciar al Masters 1000 de Cincinnati, donde cedió su plaza al francés Julien Bnneteau (55º), y éste lo aprovecho para llegar hasta cuartos. Franco Davin le aconsejó descansar sin acudir a Cincinnati para recuperarse de cara al US Open y quizás no haber disputado este Masters 1000 le hacía no aparecer entre los candidatos a algo sonado en Nueva York. Fuera como fuere, Juan Martín sentía una gran devoción por este campeonato y como explicaría en la rueda de prensa posterior a su épico triunfo, desde pequeño soñó con triunfar en las canchas neoyorquinas.

Su camino en Flushing Meadows iba a comenzar frente a su compatriota Juan Mónaco (41º), a quien no dió opción de nada y lo apabulló en tres sencillos sets. Contra el austríaco Jurgen Melzer (38º) también disputó 3 sets, pero de distinto calado: sufrir hasta llevarse el primero en el tie-break y mantener a ralla a su contrincante en los dos restantes. Otro austríaco, Daniel Koellerer (62º) le robaría un parcial, el segundo, pero Delpo se mostró bastante más ambicioso que una ronda anterior y ganó en sensaciones positivas, además de ir acoplando su tenis.

El español Juan Carlos Ferrero (25º) iba a ser su próximo rival pero con solo decir que el argentino siguió su andadura con un triple 6-3, queda claro que de rival tuvo poco el levantino, no porque no quisiera o no mostrara suficientes armas, sino porque el tandilense empezaba a encontrar un juego sublime de 'drives', 'slides', 'aces', dejadas, voleas y todo lo que un excelente repertorio de tenis ha de poseer. Juan Martín estaba ansioso por volver a repetir en cuartos el duelo de un año antes Murray pero el croata Marin Cilic (17º) dió una de las campanadas del torneo y batió sin paliativos al por aquella semana 2 del mundo. El duelo entre dos jóvenes aunque tenísticamente monstruosos tenistas fué brillante, pero resultó significativo que tras empezar mandón en el primer parcial, los nervios del croata por estar haciendo algo grande le pasaran factura, dando paso a 3 sets de magnífico recital del argentino.

Quedaban dos partidos para la gloria y en ellos esperaban los mejores tenistas posibles: en semis un Nadal (3º) que venía exhibiendo un nivel muy parecido al de sus mejores actuaciones y en la final o un magnífico Djokovic (4º) o un sublime Federer (1º). Era el escenario perfecto de todo buena ficionado al tenis, pero para los artistas resultaban días de una presión extraordinaria. El buen jugador se toma estos duelos como retos para demostrar su estatus y no como un suplicio a solventar de la mejor manera posible. Y Delpo se afanó contra Nadal tan contundentemente que hasta soltaba reveses tan impresionantemente efectivos o hasta incluso mejores que sus derechazos planos de arriba a abajo, un tipo de juego que llevó a Nadal a ni siquiera discutir el tenis de su oponente, quien con un triple 6-2 anunciaba una sólida candidatura para el día de la final. Una final que por culpa de la lluvia no se disputó en domingo -día de las dos semis- sino en lunes, una jornada atípica que propició un campeón novel: Roger Federer pocas veces pudo alegrarse mínimamente de perder una final de Grand Slam a 5 sets y esta sensación le inundó todo su interior al verse a él mismo en Delpo, ya que le recordaba como conquistó su primer titulazo gracias a la manera de ganar con un tenis de ataque. El ver caer al gran campeonísimo ante un descarado joven le otorgó a esta final una relevancia espectacular y se acuñó el concepto de 'Big Five' que colocaba a Del Potro a la misma altura tenística que Federer, Nadal, Murray y Djokovic.

Un septiembre glorioso para el tandilense trajo unos meses de asimilación de su nuevo estatus en la ATP. Eliminada Argentina en cuartos de la Davis en julio, en septiembre no debía Delpo disputar ninguna eliminatoria, ni de semis ni de permanencia en el Grupo Mundial, hecho éste que le liberó de tensión y le permitió dosificar mejor el tramo final del año. Había reconquistado el quinto lugar del ranking -aventurarse a por el 4 de Djokovic aún quedaba tan lejos como el 6 de Roddick, a quien sus percances físicos de este final de año le privaron de jugar con regularidad- y se imponía una reflexión para encontrar retos que pudieran motivarle: vista la mala experiencia que se lelvó de la Copa de Maestros de Shanghai del 2008, centró su punto de mira en Londres y el Masters Final Cup que allí se iba a celebrar.

Antes, dosificó mucho sus apariciones, hasta el punto de minimizar su paso por la gira asiática de octubre, donde no compareció ni en Bangkok o Kuala Lumpur y antes que Pekín eligió Tokyo, torneo éste último que ganara en 2008. Pero ante todo pronóstico tropezó en su vuelta a las canchas tras la gloria que conoció en Nueva York y frente al francés Edouard Roger-Vasselin (189º) se sintió pesado y lento, lo suficiente para perder por un doble 6-4. Y en el Masters 1000 de Shanghai cayó en su debut ante el austríaco Jurgen Melzer (43º), jugador al que ya había derrotado sin paliativos en segunda ronda del US Open de este año. Cuando perdía por 7-5 y 2-1 abandonó por notar seriamente dañada una muñeca y veía comprometido su sprint final del año.

Los percances físicos iban a marcar y mermar su tenis antes del Masters Final, aunque no tanto como para impedirle jugar como lo estaba Roddick, totalmente parado. Parecía que su cupo de lesiones estaba superada cuando arribó a París-Bercy y en su primer partido le tocó todo un regalazo: tenía que jugar contra el ruso Marat Safin (65º), una auténtica leyenda en esto del tenis, quien estaba jugando su torneo de despedida y podía ser éste su último partido. El moscovita luchó lo indecible, hasta el punto de equilibrar el 6-4 en contra del primer set con un convincente 7-5. Pero Juan Martín estaba en la cancha para darle un digno final a la carrera de Marat y con profesionalidad le derrotó por otro 6-4.
En la ceremonia de despedida se sentó junto al ruso en su banco, lo abrazó y le cedió todos sus aplausos. Una ronda más allá, apeó al chileno Fernando González (11º), quien apuraba sus mínimas opciones de entrar en el Masters, en el partido más cambiante que se hubiera visto en mucho tiempo: cuando el de Tandil avasallaba en el primer set con un 5-2, desperdició hasta 4 bolas de set y el 'Bombardero de la Reina' consiguió igualar la contienda para llevarlo al tie-break y en un acto de fe apuntárselo. Y cuando en el segundo set la victoria estuvo siempre cerca del chileno, Delpo logró anular hasta 7 'match-points' para increíblemente anotarse el set en el tie-break. Fueron más de dos horas de intensa lucha que agotaron mentalmente a 'Mano de Piedra' como para seguir batallando y éste optó por la retirada. Pero el mismo camino tendría que tomar Juan Martín en cuartos del Masters 1000 de París-Bercy cuando perdía por 4-0 contra el checo Radek Stepanek (14º) por unos abdominales cargadísimos.

Tantas incidencias físicas pintaban mal, muy mal para lograr, mínimo, desarrollar su tenis más allá de dos partidos seguidos, que parecían ser el límite de Delpo los últimos dos meses. LLegaba a Londres con la vitola de ser uno de los cinco grandes y tras la maña experiencia de 2008, a donde llegó mermado físicamente y tras perder con Djokovic y Davydenko, ganaba a Tsonga, pero caía eliminado y llegaba tocado a la final de la Davis con Argentina, que en mi opinión se perdió por no ganar Delpo el segundo punto contra Feliciano López. Pero para esta edición de la Copa de Maestros le tocó en su grupo a Andy Murray (4º), Fernando Verdasco (8º) y Roger Federer (1º). El tenis del argentino no resultó ser tan elástico y efectivo como en otras fases del año y aunque se clasificó para semis con una primera derrota ante Murray -en muchas fases jugó sin convicción y si apuró los tres sets fue más por demérito del escocés- y dos victorias sin brillantez ante Verdasco -pudiendo caer eliminado en el tie-break del tercer set- y un ya clasificado Federer -ante quien mejoró un poco su cara hasta llegar a pasar por un solo juego de ventaja sobre Murray-, para nada transmitía buenas vibraciones tras su paso por el 'Round Robin'.

Pero lo que contaba era que ya se hallaba en semis y le esperaba la relevación del torneo, el sueco Robin Soderling (9º), un tipo extraño que venía desplegando un tenis de quilates y que ya había despachado en dos sets contundentes a Nadal y Djokovic en su grupo. Y en esta linea siguió el finalista de Rolad Garros'09 ya que se apuntó merecidamente el primer set al tie-break no dejando hacer más de un tanto a su rival en esa muerte súbita; Delpo reaccionó en el segundo y consiguió quitarle el mando del partido al sueco para llevarlo al tercer set y una vez allí jugárselo ambos en el tie-break: el tandilense se acordaba del repaso que le dió Robin en el primer set (7-1) y se enchufó desde el principio para devolverle la moneda al resto y dejándole en tres tantos. Juan Martín se encontraba a solo un paso de cerrar una magnífica temporada, porque añadir al US Open el ser Maestro, era impensable allá por enero, pero ese paso se llamaba Nikolay Davydenko (7º), un superclase que sí venía de desesperar hasta al mismísimo Federer, señal de que estaba en racha, y un Nikolay enrachado es sinónimo de aplastamiento tenístico: 6-3 y 6-4 en contra de un Delpo que en ningún momento pudo encadenar varios buenos golpes como para discutirle el partido al ruso.
Con un total de 22 torneos jugados y 3 títulos, el ATP250 de Auckland (Nueva Zelanda) en enero, el ATP500 de Whasington en agosto y el US Open en septiembre, y con victorias sobre el resto del 'Big Five', Delpo cerró un 2009 de ensueño ya que se asentó entre los grandes y a su primer Grand Slam, algo que no tiene su enconado rival Murray, casi une ser maestro en su segunda intentona, sueño del que le despertó con todas las de la ley Davydenko.

Para 2010 le espera un año en el que puede cosechar muchos puntos y escalar posiciones en el ranking ATP, aunque también deberá hacer frente a inumerables presiones. Y el mayor de estas última spuede provenir de la prensa de su país, que clama desde hace tiempo por una Copa Davis. El inicio de la campaña en pista dura y el final en pista rápida lo tiene dominado, en tierra haber hecho semis en Roland Garros le advierte de que ya está cerca, mientras que en hierba debe de intentar dejar de ser el único de los grandes, a modo y semejanza de ser uno de los pocos tenistas que sigue con la camisa en plan look Nadal -sin mangas-, que no amedrenta a los rivales con sus posibilidades de llegar a las rondas finales. Porque Juan Martín Del Potro es el quinto gran tenista de hoy en día, apareció súbitamente pero vino a quedarse en la élite, no a figurar en ella solo por un corto espacio de tiempo.




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