miércoles, 27 de enero de 2010

Abierto de Australia 2010, cuartos: la rodilla de Nadal no pudo más, Federer se merienda a Davydenko, Tsonga tumba a Djokovic y Cilic es la sorpresa

Una pequeña hecatombe sacudió en la ronda de cuartos el Open de Australia 2010 cuando dos de los favoritos, Nadal y Djokovic, fueron superados por sus adversarios y dejaban despejado el camino a los otros dos gallitos que aún siguen en liza, Federer y Murray. Si bien Cilic representa la sopresa del torneo y Tsonga posee suficiente calidad tenística para reivindicarse de nuevo en Melbourne, tano el suizo como el escocés están cada vez más cerca de sus objetivos. Quien no podrá defender su corona y que puede caer hasta el cuarto lugar del ranking el próximo lunes, es Nadal, después de tener que retirarse una vez más a causa de su maltrecha rodilla. Federer se dió un chute de moral parando en seco a la máquina que se presuponía Davydenko, mientras que Roddick acusó su esfuerzo de una ronda antes y la confirmación de un tenista como Cilic le dejó muy lejos de sus buenas sensaciones de las semis del año pasado. Cerró la ronda un Djokovic con problemas gástricos al que Tsonga sorprendió en un partidazo a 5 sets.

Estos cuartos arrancaron ayer martes con el duelo entre el croata Marin Cilic (14º) y el estadounidense Andy Roddick (7º) y ambos pelearon hasta la extenuación del quinto set. Finalmente, el pase se lo llevó el europeo por un tanteo de 7-6, 6-3, 3-6, 2-6 y 6-3. El balcánico comenzó sólido y fiel a su tenis letal de derechas planas y aunque Roddick no se descomponía, perder el primer set en el tie-break lo metió en una espiral negativa que pronto el puso 2 sets abajo ante un tenista confiado y sin apenas fisuras. Pero el de Nebraska es perro viejo y supo esperar su oportunidad en los dos siguientes sets, en los que escogió concienzudamente los saques que presionar y quebrar de su rival, mientras administraba sus potentes aces en todos sus servicios. Esta táctica, unida a la dinámica de remontada que llevaba le otorgaban el mando en el quinto y definitivo set, momento en el que Marin recordó que estaba en este torneo para hacer algo grande. Despuntar y eclosionar de una vez por todas para tutearse con los mejores, no únicamente entre los que van del 10 al 20.

Los siguientes en enfrentarse iban a ser dos asiduos finalistas de los torneos punteros. Casi de la misma generación, tanto Murray (4º) como Nadal (2º) atesoraban tanto tenis en sus raquetas que hacían este duelo apasionante y expectante. Lo primero porque se enfrentaban dos estilos de juego opuestos, uno el tenis control y aparentemente defensivo (aunque el propio Murray había advertido a inicios de año que iba a modificar su tenis y que pasaría a ser más ambicioso y atacante) del escocés y el otro de garra, sacrificio y efectividad del español. Y lo segundo porque desde mayo del año pasado que Nadal se partió las rodillas, llevaba cayendo sistemáticamente ante todos los top ten a los que se enfrentaba, pero en este 2010 demostraba síntomas de que aquello ya había quedado detrás.

Y el partido arrancó vibrante, con Rafa apuntándose el primer break pero seguramente aprendió el de Manacor una buena lección con estas roturas: siempre que él rompía el saque de Murray, no podía consolidarlo y con suma facilidad cedía el contrabreak, incluso otro saque seguido más, para que Murray se escapara en el luminoso. El segundo set parecía un calco del primero, con el escocés espectacular, efectivo y primoroso pero con el balear jugando igual de bien, pero siempre por detrás de la pelota. En esta ocasión Nadal también cedía roturas inexplicables tras costarle a él anotarse un break, aunque tuvo la agudeza física y mental de llevar el choque igualado hasta el tie-break: antes había notado un chasquido en su rodilla derecha y quizás sin poder forzar, en la muerte súbita no dió la talla y lo perdió en dos. Con la remontada imposible ante un Murray sin resquicios, Nadal pidió el fisio cuando ya iba dos juegos abajo en el tercer set y tras consumarse otro juego en contra, optó por la retirada para no agravar aún más esa maldita rodilla que no le deja mantener una mínima regularidad. Murray pasaba por 6-3, 7-6, 3-0 y abandono de Nadal, consiguiendo que se alabara su gran tenis por encima del estado físico de su oponente.

No sé por qué se me coló esta rubia aquí, pero bueno, hoy miércoles la jornada de cuartos arrancaba con otro duelo esperadísimo. El número uno mundial jugaba contra el sexto de la ATP y por primera vez en mucho tiempo Davydenko se sentía favorito. Razones no le faltaban, dado su espectacular cierre de año en 2009 y el tiro que parecía este 2010, ganado en Doha tanto a Nadal como al propio Federer, y pasando apabullantemente por encima de todos sus rivales en Melbourne, incluso demostraba que sabía amoldarse a ganar sufriendo ante Verdasco (9º). Pero Roger llevaba 22 semifinales consecutivas de Grand Slams desde 2004 y si bien muchos entendidos marcaban en esta ronda su techo anunciando que algún día debía llegar su declive, una vez más el campeón suizo se encargo de demostrar que hasta las finales sabe llegar sobrao y que solo una vez allí se le ocurre perder ocasionalmente.

El 2-6, 6-3, 6-0 y 7-5 con el que se resolvió el duelo se puede resumir así: Nikolay arrancó el choque con sus nuevas armas (hasta después de la lesión que le tuvo la primera parte de 2009 parado, no sacaba apenas, pero entrenó y logró un servicio potente que unido a su gran movilidad y anticipación de jugadas, le hacían prácticamente indestructible) y atrapaba al suizo medio dormido, quien no conseguía destejer la maraña tenística que el ruso le proponía. Pero acudió a su libreta de genio Roger y encontró el antídoto: si Nikolay quería peloteos, no los rehuía pero si ajustaba más sus drives, passing shots y demás repertorio para clavarle 13 juegos consecutivos y dejarle claro una cosa: es muy extraño que con 27 años un tenista se convierta de golpe y porrazo en un nuevo jugador, siendo ya excelente anteriormente, el límite de crecimiento tenía que ser ínfimo y seguramente los vicios de antaño aún perdurarían. En el último parcial el ruso intentó reponerse pero cuando el suizo se ve arriba con ventaja raras veces se deja remontar. No obstante, Davydenko aún está en la fase de achacar esta derrota a un mal día (una única derrota no debe retrarerle de creerse capaz de mayores metas) y su nuevo tipo de tenis gusta mucho, habiendo calado en muchos puristas.

Los cuartos se prolongaron por espacio de bastantes más juegos de lo previsto cuando ese animal tenístico que es el francés Jo-Wilfred Tsonga (10º) se tomaba la revancha de aquella final de este mismo torneo de hace dos años que le ganó el serbio Novak Djokovic (3º) en su semana buena. A priori, el serbio llegaba muy descansado a esta ronda, sin apenas haber pasado de 4 sets en sus rondas anteriores ante rivales flojos y esta tendencia de no estar rodado al ritmo de sufrir quizás le jugó una mala pasada. Su contrincante presumía de lo contrario, habiendo solventado ya varios duelos a 4 largos y hasta 5 épicos sets anteriormente. Acabó siendo un 7-6, 6-7, 1-6, 6-3 y 6-1 para el galo y solo su desenlace final explica lo que acabó ocurriendo al final. Porque los dos primeros sets fueron niveladísimos, con ambos rompiéndose el saque en alguna que otra ocasión pero remendándolo para jugarselo en la muerte súbita. Tras casi dos horas de partido y dos tie-breaks, uno para cada uno, estaba claro que uno de los dos acabaría explotando y en el tercer set el ausente fué el francés, quien tenía todos los indicios de sufrir de agotamiento total. Pero en el cuarto 'Nole' acusó la diarrea que sufrió días antes y agarrándose el estomago, se marchó a vestuarios a vomitar. A la vuelta no fué el mismo y perdió irremisiblemente dos sets seguidos sin oponer más resistencia que el decoro, perdiendo la opción de defender un segundo puesto del ranking que sería suyo este próximo lunes de haber avanzado de ronda.

Las semis de este primer Grand Slam del año quedan por tanto configuradas en el Murray-Cilic que se disputará en unas horas y el Federer-Tsonga de mañana. A estas alturas los pronósticos solo servirían para ir de listillo, por lo que me quedo con lo mismo de siempre, aparte de defender que acertar o no en un pronóstico no es saber de tenis, ya que aquí se juega con el 50% de posibilidades. Cilic ya le ganó a Murray en octavos del US Open del año pasado, en lo que resultó una gran sorpresa, y no tiene nada que perder, pero el destino y las querencias del circuito tenístico están con que a Murray ya le toca ganar su primer grande, lo que le dotaría al circuito de un abaníco de muchos y buenos campeones consagrados. Un estatus que en la otra parte del cuadro al número uno del mundo le sale innato pero que bien haría en revisionar aquel partido de octavos del Master 1000 de Canadá en Montreal ante esa bestia parda que es Tsonga algunos días, y sobre todo que no se ofusque como aquel tercer set que perdió al tie-break cuando dominaba por 5-1.

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